Definitivamente, no sabes todo lo que tienes hasta que haces una mudanza. Y esta es la principal razón por la que las mudanzas muchas veces se hacen eternas y tediosas.
Decides que te cambias de casa y te pones en busca y captura del mejor piso. Si encuentras uno que esté nuevo, amueblado y a un precio razonable, tus sueños se hacen realidad.
Si le faltan muebles pero sigue estando nuevo y no es caro, te sigue pareciendo una maravilla. Puedes ir añadiendo muebles poco a poco y ello no te supone un problema muy grande.
Entonces, ¿por qué la mudanza se hace interminable?
Cuando dejar tu antigua casa parece casi misión imposible y no por falta de ganas.
Acumular y acumular…
Hay que admitirlo, nos encanta acumular cosas. Recuerdos, papeles u objetos por si algún día los volvemos a necesitar o simplemente, nos gusta saber que están ahí.
Algunas personas lo comparan con el Síndrome de Diógenes, un trastorno más usual en personas de mayor edad que viven solas y aisladas y tienden a acumular todo tipo de objetos y basura.
Por supuesto, la comparación es exagerada. Pero cuando llega el momento de la mudanza todos nos preguntamos si de verdad era necesario guardar todo eso.
¿Nuevo o viejo?
No hace falta que te lleves todo de una casa a otra. Aunque creas que quizá lo puedes volver a necesitar, es mentira.
Empieza por hacer una lista. ¿Qué falta en tu nuevo hogar?
Apunta los objetos que vayas a necesitar de más a menos. Por ejemplo, si a la casa le faltan muebles o electrodomésticos grandes como camas, sofás, lavadora, frigorífico…
Valora los que tienes actualmente y su antigüedad. Si son muy viejos quizá merezca la pena que compres unos nuevos y más modernos para la casa nueva. Si los acabas de comprar, está claro que mejor llevárselos.
Evita gastar dinero de forma innecesaria.
Electrodomésticos y menaje
Una vez has trasladado lo importa empieza por los objetos de menor tamaño. Los libros son un clásico y esos decides no dejarlos ni de broma. Te pasas entonces a las colecciones de discos de vinilo y los álbumes de fotos.
¡Menos mal que ahora casi todas las fotos están en tu móvil!
Eso sí son recuerdos para toda la vida y lo metes en cajas, que empiezan a aumentar de tamaño y peso considerablemente.
Entonces te asomas a la cocina y empiezas a ver electrodomésticos pequeños, cubiertos, vasos, tu taza del desayuno favorita… ¿En serio crees que necesitas todo?
A menos que sea la vajilla que te regalaron tus padres por la boda o los cubiertos personalizados con tu nombre, ¡los puedes dejar! Hoy en día, comprar unos platos, vasos y demás menaje para la cocina no cuesta nada.
Si lo ves muy necesario como recuerdo pero sabes que en la nueva casa tampoco pegan, siempre los puedes meter en cajas destinadas al trastero.
¿Cuánta ropa tienes?
Llevas tiempo diciéndolo, ¡necesitas hacer limpieza de ropa! Pero siempre te había podido la pereza. Ahora no hay vuelta atrás.
O empiezas a buscar maletas para llevar absolutamente toda tu ropa (incluyendo abrigos, calzado, ropa de verano y ropa de invierno) o quitas la mitad que ya no te pones o está muy vieja porque en el nuevo piso seguirás sin ponértela.
¡Tú decides!
Mudanza con niños
¿Tienes hijos? Entonces sí sabes de lo que hablamos con acumular muchas cosas. ¿Todavía tienes todos sus primeros dibujos? ¿Un papel donde escribió por primera vez papá? ¿La manualidad que te dio por el día de la madre?
Y ya no hablemos de todos los libros, cuadernos y trabajos del colegio.
Valora si podrás reutilizar algo para sus hermanos o primos pequeños y deja aquello que quieras como recuerdo. Con un dibujo o dos está bien, no hace falta guardar los 10 que te hizo en aquella tarde de lluvia.
Lo mismo ocurre con su ropa, disfraces, carrito, cuna… Puede que algún familiar lo vaya a necesitar. ¡No estás seguro!
Por supuesto, no necesitas deshacerte de todo. Sin duda, la mejor opción vuelve a ser guardarlo todo en el trastero.